Capilla del Monte 2010

Viaje Integrativo Vivencial

(Entrevista realizada por Yanny Seprend a Juan Acevedo Peinado).

Hay mil cosas por preguntar, pero lo que se me ocurre primero es, ¿por qué elegiste Capilla del Monte, para este viaje?
Por varios motivos, entre ellos, porque se trata de un lugar que conozco muy bien; lo recorrí durante casi diez años de mi vida, cuando Capilla no era lo que es actualmente, la meca de los OVNIs, o un lugar espiritual.
En el 1985 cuando llegué, era solamente una comunidad serrana del Valle de Punilla, pero justo en ese año ocurrió lo de Cerro El Pajarillo. Fue muy interesante todo lo que ocurrió después.

Tengo entendido que tu permanencia en el lugar tenía varios por qué, ¿cuáles eran? Y a propósito, ¿cómo fue aquello de la cátedra de Epistemología?
Me hiciste acordar. Bueno… eran varias cosas al mismo tiempo. Por un lado estaba el tema de mi padre que expresamente me envió a este lugar a continuar con parte de mi enseñanza; allí me encontré con un grupo de personas increíble, con el que trabaje y del que aprendí durante los 10 años que permanecí allí. Esas personas estaban instaladas desde hacía mucho tiempo, digamos que era un lugar que no estaba abierto al público. Tardé casi tres años en entrar. Por otro lado estaba el tema de los supuestos OVNIs, que dicho sea de paso, era una tarea que tenía asignada: especializarme en algo y llegar lo más lejos posible en ello. Elegí la temática OVNI, porque realmente me interesaba, aunque desde un lugar diferente al que muchos se imaginan. Por otro estaba lo refente a la Cátedra de Epistemología. Ese si era un tema… Tenía una profesora maravillosa, que le interesaban estas cosas, y me pareció que como se iban dando los acontecimientos, el lugar pintaba para mucho, entonces se me ocurrió plantear la idea de trabajar sobre la posible Génesis de un Mito Moderno. ¡Tenía todos los ingredientes…! Y realmente fue así. A veces viajaba con estudiantes que me ayudaban en el trabajo de campo, haciendo observación participativa y registrando todo lo que se podía; era muy entretenido.

¿Quien era Juanchila?
Juanchila era un cordobés de poncho y muy desalineado, que llevaba gente de aquí para allá, sobre todo, para subir de noche el Cerro en la época en que no existían los guías turísticos del lugar, como hoy día. Vivía en el monte, en una carpa, y trabajaba en la posta de subida al Cerro Uritorko; desde luego tenía acento cordobés. Era un papel hermoso, lo recuerdo con mucho cariño. Allí, en la base del Cerro se cocían todas las cosas; los que venían a hacer contacto con los extraterrestres; los que se encontraban con los espíritus de los habitantes ancestrales del lugar; los que buscaban las ciudades intraterrenas; todo. Era increíble, se vivía una atmósfera muy irreal, todos los días era algo nuevo, y tuve la suerte de estar en primera fila.

¿Me estás confesando que vos eras Juanchila?
¡Sí! Era una especie de role playing, que jugaba hasta las últimas consecuencias; cómo sería, que gente que me conocía, estando al lado mío, ¡no me reconocía…! Más aún, había muchos investigadores que pululaban en aquella época, los atendía, les daba indicaciones, y lo mas graciosos era que después me los encontraba en los congresos del tema OVNI, vestido de traje y corbata y jamás me relacionaron con ese personaje. Había uno, un tal Suárez, que estaba muy enojado con Juan Acevedo, pero a Juanchila lo saludaba a diario y hablaba con el sin ningún problema; ¡incluso hablaba sobre mí! Suarez tenía la concesión de la toma durante ese tiempo. Realmente era muy risueña esta cuestión.

¿Pero estabas disfrazado?
No más de lo que suelo andar en circunstancias parecidas. No te imaginas lo que hace un poco de mugre. La gente mira por arriba, no presta atención. Cuando me ponía el traje, era otra cosa.

Pero… ¿Hay OVNIs, o no?
¡Hay! Aunque para mi no son lo que se supone que son.

Estuviste muy metido en el tema, hasta sacaste un libro…
Sí. Pasaban cosas en todos estos lugares. Para esa época estaba muy compenetrado con las energías de la Pacha y cómo se manifestaban, una de esas formas algunos las llamamos, lasLuces de la Tierra.
Participé de un grupo en Rosario, donde trabajamos muchas ideas que llevaba, que no eran muy ortodoxas, de acuerdo a la hipótesis extraterrestre en cuanto al origen de los OVNIs y a otros fenómenos. Así recorrí autores como Terence Mackennna o Paul Devereux. Junto a ellos -CIFO era nombre del grupo- me di el lujo de explorar muchas cuestiones, como recorrer el país, investigar, hacer trabajo de campo y hasta escribir un libro, que salió por editorial EMECÉ en el 2000, marcando mi despedida del tema, con broche de oro.

Pero en el fondo… ¿De que se trataba?
De estar en contacto con la Pacha y aprender todo lo que se pudiese. No te imaginas todo lo que aprendes en esos lugares, caminando jornadas enteras, de noche y de día, hablando con la gente de la sierra. Atrás de los OVNIs había un mundo que a nadie le importaba mucho descubrir; entre ellos un curandero que por aquellos días fue muy reconocido, Ricardo Gil Lecha. Pero había varios curanderos famosos que iban al lugar. Me acuerdo de otro, el brasileño Garrincha. En apariencia todos pertenecían a un grupo que se llamaba La Piedra. Mucha gente se daba cita en este lugar; ¡hasta Leo Dan!, el otrora cantante famoso de los 60, concurría pues en ese momento trabajaba con una curandera mexicana, Doña Pachita… Numerosos eran los que aportaron para que se transformase en lo que se transformó. Numerosas personas completamente anónimas. Este lugar tenía que despertar, era uno de los primeros, si bien desde hacia bastante se lo apreciaba por su beneficio en la salud, desde los años treinta; antes de que explotara ya había mucho movimiento de personas.

¿Vos fuiste una de ellas?
Supongo que entre tantos otros. Pusimos nuestro granito de arena.

Es un lugar con una energía muy especial, eso lo siente cualquiera que lo visita, ¿vos lo elegís por eso?
Lo elijo porque me siento muy conectado, es como mi casa, despierta en mi muchos sentimientos y emociones; lo cierto que no era la primera vez que iba a este lugar a trabajar, lo hice durante mucho tiempo, además lo hice en otros, como por ejemplo, Victoria, Entre Ríos.

¿Es otro lugar especial?
Efectivamente.

¿Por qué la Gran Rueda Medicinal?
La Gran Rueda Medicinal es algo que conocía hacía mucho, y de hecho desde el mismo momento que empecé a transitarla, aprendí muchas cosas.
La rueda no estaba permitida para trabajar con otros, era algo personal, que cada uno de los que aprendimos de ella debía experimentar. Si bien lo compartí con algunos conocidos y allegados, nunca hasta este momento lo realicé como trabajo con gente desconocida. Se me permitió trabajar con las Plantas Maestras, y fue bastante durante muchos años. De igual manera con la Cabaña de Sudar. Pero la Rueda tuvo que esperar su momento. Y ese momento fue el 2009.
Maravillosamente podés ver que hay otras personas, algunas de ellas bastante reconocidas en el tema del Chamanismo, que también arrancaron para la misma época, porque ahora esta permitido, porque es el tiempo correcto. Para mi, mucho de todo esto se trata de paciencia, de saber esperar; antes eran solo esbozos, que no llegaban muy lejos, hoy creo que la cosa es diferente.

¿Y de que se trata?
De recorrer los cuatro rincones de nuestro ser más íntimo. Esos rincones tienen que ver con las cuatro direcciones, Sur, Oeste, Norte y Este
En el Sur trabajamos nuestro pasado hasta hace unos minutos atrás. Lleva muchos años recorrer nuestro tránsito por la vida, agradeciendo y reconociendo a aquellos que participaron en transformarnos en lo que somos; y de trabajar los dolores y las angustias que otros nos causaron. Se relaciona con la serpiente, porque es un ser que puede mudar de PIEL. La enseñanza del Sur y de sus vientos, es esa: que podemos cambiar nuestra vieja piel y transformarnos en algo novedoso, en nosotros mismos.
El Oeste para mi tuvo mucho que ver con mi Madrina La Ayahuaska. Trabajar la noche, y con ella, la muerte; trabajar aquello que cada tanto debe morir para dar lugar a lo nuevo, para abonar lo nuevo. Una vez un anciano me dijo que yo andaba muy preocupado por saber como era la manera correcta de vivir, y agregó, que si encontraba mi manera correcta de morir, todo lo demás se arreglaría. Muchas cosas mueren con nosotros todos los días y también muchas cosas nacen. En el Oeste también aprendemos a RENACER. El Oeste nos enseña que la Muerte con mayúsculas es una gran Maestra; en la obra de Carlos Castaneda esta muy bien trabajado este asunto, de hecho está trabajada la rueda, aunque no la mencione; sucede que se trata de un conocimiento completamente Americano, desde Alaska a Tierra del Fuego. Trabajamos también la muerte de otros, sobre todo la de los ancestros, y si aprendemos, podemos aprender a trascenderla.
En el Norte nos reconciliamos con nuestros linajes, con nuestra historia en el mundo y sobre todo, con lo aprendido en ese viaje; nos reconciliamos con el CONOCIMIENTO; nos acercamos a los Ancestros, a los Antiguos y a sus enseñanzas; nos acercamos a las costumbres y a la cosmovisión de los pueblos originarios; pero también con lo aprehendido de nuestros padres, de nuestros abuelos, que son nuestros ancestros más cercanos y, a ver cuales son las marcas y contratos que dejaron en nosotros. También dejamos que los vientos del norte nos hablen del resto de las criaturas, las vivientes y las no vivientes, y además abrimos la ventana para asistir a otros mundos, dentro y fuera de nosotros mismos. El Norte es para nosotros el mismo Otorongo, que esta siempre cambiando de forma para ser siempre el mismo pero mejor. Parece un trabalenguas, pero tiene su sentido, resume las otras dos direcciones anteriores, el cambiar de piel y el dejarla morir nuevamente cuando es necesario.
En el Este nos debemos hacer cargo de todo lo aprendido y llevarlo a cabo, dar cuenta del recorrido, transformarlo en acción, ver desde arriba, ver con más perspectiva, no en chiquitito, como estamos acostumbrados a ver la mayoría de las cosas; POR ESO SE REALCIONA CON EL Kúntur, el Cóndor, que vuela bien alto y desde allí nos da sus enseñanzas. En el Este aprendemos muchos de los misterios del tiempo y cómo podemos aplicarlos a nuestra vida cotidiana. El tiempo y el espacio tienen mucho de parecido aunque a primera vista parezcan cosas diferentes. Y así con todo ese aprendizaje, sencillamente volvemos a empezar, como el ciclo de las estaciones, como los grandes ciclos, mejorando en cada uno o al menos tratando de hacerlo; por eso no hay valoración de muchas cosas como buenas o malas, sino del potencial que encierran para transformarnos en alguien más auténtico. En un ser con un poco más de brillo y más cercano a sugemelo.

¿Como fue el viaje a Capilla Del Monte con todo este marco de cosas?
¡Un descubrimiento absoluto…!!! Primero, porque desde hace un tiempo estábamos con algunos de los miembros originales de Otorongo Wasi con ganas de realizar un viaje para trabajar, una idea que teníamos desde hacía mucho; y por otro, porque implicaba un desafío, poner a prueba una posición novedosa, que si bien la venía trabajando desde hacía un tiempo no sabía si podía dar verdaderamente resultado: trabajar con la energía de las Plantas Maestras, sin que estén presentes.
Por eso se trataba de una trabajo, Con la Voz de las Plantas Maestras, pero sin tener que ingerirlas. Las Mamaicunas te dejan mucho aprendizaje, uno de ellos es manejar esa energía que ellas movilizan, estar en esa energía y desde allí trabajar. Los lugares donde la Pacha es más sensible, donde su energía está más disponible, actúan como resonadores y amplificadores de esa energía, logrando un resultado único, una experiencia semejante a la de las plantas, pero sin ellas físicamente; estos lugares son llamados Lugares de poder, de acuerdo a la literatura de Castaneda, particularmente los conozco como Lugares Sagrados. Son lugares donde la realidad es mas tenue, es más fácil dar con recovecos maravillosos, y conozco varios de esos recovecos en esa zona. Aprendí mucho de esos lugares y continúo haciéndolo.
El desafío era transportar a otros, a todo un grupo a esas posiciones.

¿Lo conseguiste?
Lo conseguimos entre todos los que trabajamos, incluyendo a los que viajaron; un grupo maravilloso; gente verdaderamente hermosa; muy predispuesta. Sergio, Amanda, Juan Carlos, Silvia, Verónica, Valeria, Daniel, Rita, Sandra y los choferes que también se sumaron a la aventura, Francisco y Wally que son hermanos. Fueron cuatro días de mucho e intenso trabajo; caminatas de día y de noche; ejercicios por la mañana; más caminatas; trabajo con los cantos sagrados, los Ikaros, con música evocativa; hasta nos metimos a la pileta y todo; y el temazcal para el final. Cada uno de los que trabajamos funcionó a la perfección, para mi gusto, estuvo muy ajustado, por ser la primera vez que lo hacíamos de esa manera, buscando lugares y servicios, que no era nuestra costumbre. Es decir, no con el formato turístico, por llamarlo de alguna manera. Antes lo hacíamos en carpas, esta vez estuvimos en el Campo El Chamán; un lugar que tiene todas las comodidades para este tipo de trabajo. Muchos lo contratan; Claudio María Domínguez, por mencionar alguno, concurrió después de nosotros. Obviamente que también hubo errores. Por ejemplo: habíamos planificado semejante cantidad de trabajos, que muchos quedaron sin poder realizarse, por falta de tiempo; mira como será que con todo esto estamos armando unWorkshop para el mes de noviembre en Capital Federal.
Personalmente aprendí mucho de mí, de mis compañeros de viaje y de trabajo, aunque lo más importante es que ahora que esta permitido, pude dar a luz algo que para mi al menos es nuevo: conjugar el trabajo de la Rueda con el de las Mamaicunas, y principalmente entender que era el momento correcto para hacerlo.

¿Cuál fue la reacción de las personas que viajaron con ustedes?
Tendrían que decírtelo ellos mismos. A mi se me olvida pedirle a la gente que escriba algo para la página, pero estamos trabajando en eso. Recuerdo una tarde fresca, que entre paréntesis, nos dimos el lujo de comernos una picada bien cordobesa, cosa bastante común en muchos de nuestros trabajos, en la cabaña de Amanda, cuando ella dijo algo así como… que sus expectativas estaban cumplidas con el viaje, porque lo que allí estaba ocuriendo era sencillamente verdad. Fue un regalo hermoso, ya que era exactamente eso, sin vueltas, una experiencia directa.

¿Qué lugares visitaron y que trabajos realizaron?

La primera noche nos fuimos al Zapato, un lugar muy especial, sobre todo para trabajar de noche; trabajar el sur, el pasado. Allí realizamos una serie de caminatas de atención, a oscuras; había Luna, pero cuando llegamos estaba tapada por las nubes. Caminar dependiendo de nuestros compañeros es toda una experiencia. En este sitio hay lugares privilegiados, donde antiguamente se daban cita los Kamiare (comechingones). Hay un altar que aunque caído permanece en el lugar, un lugar donde uno puede literalmente desaparecer. La presencia de los abuelos es muy fuerte. Así lo vivimos.

Luego pasamos a otro lugar, más adentro, donde realizamos cantos con ayuda de los vientos, que allí suenan muy bellos, hermosos, y nos traen recuerdos, mensajes. En ese momento se abrió un espacio entre las nubes justo encima nuestro y dejo aparecer a la Mama Quilla, un verdadero regalo. La experiencia fue muy fuerte. Regresamos y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo.

¿Es cierto que te ibas a encontrar con Ciruelo Cabral, el dibujante, que por esos días estaba en Capilla?

Es verdad. Desde hacía tiempo tenía ganas de conocerlo. Por intermedio de un amigo hice el contacto y lo invitamos a participar del temazcal del domingo, pero estaba muy ocupado con la muestra que se realizó en la calle techada con otro artista. Esa tarde y noche estuvimos mandándonos mensajes con su representante en Argentina, que era quien lo acompañaba, y no hubo forma de coincidir. Al final de la noche me despedí con un mañana nos vemos, sin tener en cuenta que al otro día estábamos saliendo para Los Terrones.

Hay muchas historias sobre Los Terrones, ¿verdad?

Es cierto, es largo de contar, pero allí se dieron cita personajes muy interesantes, como Don Ángel Cristo Akoglanis.

¿El que hablaba de Erks, la ciudad intraterrena, de la que después habló Trigueriño?

El mismo. Salimos a la mañana temprano con un clima muy lindo; estaba nublado, lo cual ayudaba para no tener tanto calor en la caminata. Llegamos al lugar y emprendimos las dos o tres horas de marcha para recorrer el trayecto, que a mi gusto sigue siendo de los mejores, por el paisaje, la mística que encierra, los paredones altísimos, los cañadones y la ciudad encantada de la cima. Es algo Mágico. Todos se ayudaron unos a otros. Pedimos permiso para trabajar en el lugar, y nos acompañó un guía, el más pequeño, un sol. En un sitio específico nos detuvimos a trabajar con los didgeridoos, y con los tambores; las paredes de piedra, los ecos, y los murmullos lejanos del agua entre las piedras lograron un momento único, de gran profundidad; de reconciliación con los abuelos de la zona, de los ancestros. Es un lugar de gran aprendizaje, Incluso hubo otros turistas que se quedaron mirando el trabajo y participando en silencio. Para esas alturas, Francisco y Wally ya eran parte del grupo. Una de las chicas se demostró a sí misma, lo que era capaz de hacer, subir y bajar, era toda una aventura, estaba feliz de poder hacerlo y sus compañeros la asistieron a cada momento. Mira cómo será que no hubo ni un solo resbalón, nada.

Cuando llegamos a la cima -desde allí hay una vista maravillosa, sobrecogedora-, subí hasta la parte más alta para ver si desde ahí podía ver algún Cóndor, que desde hace ya varios años anidan en la zona.

Ascendimos varios, entre ellos Omar. De repente, la veo a Mariana que me llama a los gritos. Pensé que había pasado algo. Bajé rápido en medio de las ráfagas de viento que me arremolinaban el poncho, y de repente Mariana me marca un grupo de personas que habían llegado; entonces me di cuenta de quienes eran: Ciruelo Cabral y un grupo de gente amiga. Le pregunté, como quien no quiere la cosa, por Diego, al indicarme quien era, me presenté. Allí se dio un momento muy pero muy mágico, porque justo en ese instante aparecieron tres Cóndores muy cerca.

Nos conocimos con Ciruelo, que es una persona muy especial, muy perceptiva de todas estas cosas. Diego no lo podía creer, que justo allí nos fuésemos a encontrar. Fue una cita mágica, marcada, que seguro va a dar en el futuro alguna cosa… no sé… Quería simplemente transmitirle a Ciruelo que en el Norte también tenemos Dragones, él es conocido como el Señor de los Dragones por sus dibujos. Tenía un par de presentes para él, que no traía en ese momento. Ciruelo es un amante de las piedras y desarrolló una técnica artística de dibujo sobre piedra que se llama Petropictos, que me encantó desde la primera vez que lo vi. El respeta mucho las tradiciones de los pueblos originarios. Diego decía vos dijiste mañana nos vemos, y le respondí que así era, que allí estábamos. Justo se sumó otra persona que no conocía personalmente, el director del Proyecto Cóndor Andino, Luis Jerome. Le mencione que conocía gente del proyecto de Belén, Catamarca, y ya estábamos como chanchos en familia. Ellos tenían que seguir porque estaban ajustados con el tiempo, así que quedamos con Ciruelo en comunicarnos ni bien pudiésemos. Nos encontrábamos en medio de eso, cuando apareció otra persona más con su familia que conocíamos de las ceremonias en Buenos Aires; se largó a reír y me preguntó si esa era mi oficina en Córdoba. Era muy gracioso encontrar a toda esta gente en ese preciso lugar y momento. Al ratito se largó a llover, así que bajamos a paso vivo.

Creo que para todos fue una experiencia valiosa y poderosa. Me llevé el regalo del año, incluso Ciruelo tuvo una entrevista en el programa de Mario Pergolini, en la Rock and Pop, a la semana siguiente e hizo mención de lo mágico de ese momento en Capilla y de todas las cosas que le pasaron.

¿Al otro día fueron a las Ollas de Agua?

Sí. Esa mañana le alcancé a Ciruelo los regalos, un CD con imágenes de los Otorongos dragones y un Petropicto humilde que realice inspirado en su trabajo; es más, cuando volvimos a Buenos Aires me comuniqué por mensajes con él y me agradeció el “Petropicto”. Te cuento que estaba ancho como tronco de palo borracho.

Fuimos a las Ollas, pero cambiamos de recorrido, porque a la tarde estaba el temazcal y teníamos miedo de no llegar con tiempo. Las chicas se quedaron a realizar una Corpachada a orillas del río Alazanes. Según me contaron paso algo muy particular; en una sección del río en el camino de ida, había que trepar y tardamos mucho tiempo en pasar todo el grupo, lo cual nos hizo pensar que de regreso sería quizá más complicado. Wally se quedó para acompañar en esa empresa, pero según nos contaron, de regreso, no tardaron casi nada, pasaron como caminando; eso nos llamó mucho la atención.

¿Qué puedes decirme del temazcal?

Para ese entonces se estaba preparando la cabaña a orillas del rio, en el campo el Chamán, con rocas, agua y ramas del lugar del lugar, un lujo como pocas veces uno se puede dar; incluso se sumó otra persona que no era del grupo para sudar junto a nosotros.

Pasamos la tarde dándole los últimos arreglos. El trabajo mayor fue de Marcelo y Omar, que cortaron la leña, acomodaron la pira e iniciaron todo el armado de la cabaña. Para ese entonces yo estaba con los últimos alientos. Salió hermoso, es más, salimos y nos metimos en el río, al menos algunos, porque otros tenían mucho frío; y de allí a comer pizzas caseras. Creo que esa noche fue el intento de peña, pues nos quedamos cantando cerquita del hogar a leña siendo un verdadero placer de risas.

Solo quedaba la despedida del domingo, ¿verdad?

Es cierto, me pase largo rato mirando el cerro, desde lo lejos, que tantas veces subí y baje; que recorrí por muchas de sus faldas. Para mí sigue siendo una montaña Mágica, un APU, un Achachila. Todavía siento que me habla, con su cima cubierta de nubes y sus verdes cambiantes. Me emociona mucho, me trae muchos recuerdos, sobre todo de gente muy amada por mí y por Mariana, algunos que ya no están entre nosotros. El lugar ya no es igual, le falta algo; lloramos mucho sin que nadie nos viera cuando fuimos para la Toma, me encontré con José, el dueño del lugar -nos conocemos de hace tanto tiempo- y me comentó de los que ya no están… ya lo sabía; pero era como escucharlo por primera vez. De una forma u otra yo siempre estoy volviendo. Porque una parte mía quedó indeleblemente anclada a este lugar.

Nos despedimos en un lugar muy especial: unos morteros kamiare; una piedra poderosa donde las manos de los antiguos trabajaron, y era esa piedra la que de una manera u otra, conjugo todo el trabajo; todos juntos rodeándola nos transformamos en un hermoso Mándala viviente, que unía pasado y presente, y de alguna manera, también el futuro. Nuestro futuro, el de todos. Todo quedo registrado en un maravilloso trabajo documental que realizó Marcelo y que al regreso nos juntamos a ver todos.

Capilla del Monte sigue siendo un lugar maravilloso para trabajar, y seguramente volveríamos todos los años con cualquier excusa; si es para trabajar, tanto mejor. Sin ir más lejos hoy tenemos una invitación para dar una charla y un taller sobre la obra de Carlos Castaneda para Abril del 2011. ¡Imposible negarse!

¿Vos conociste a Castaneda?

Todos los que estamos en estos temas conocemos al Carlos Castaneda que es el personaje de su obra literaria. Te comento algo, que me da un poco de vergüenza, pero fue el piropo más hermoso que recibí en mi vida. Hace poco tuve la sublime oportunidad de estar varias horas charlando con Rosa Coll, una mujer estupenda que conoció personalmente, durante varios años, a Carlos Castaneda. Ya conocía su obra, pero ella no sabía a qué me dedicaba. Vino por intermedio de la gente de National Geographic que filma Tabú Latinoamérica y con quienes filmamos un capitulo que toca el tema de las Plantas Maestras y el chamanismo; después de varias horas, hablamos de lo SUBLIME, de la magia de los momentos. Cuando se fue, dijo que tenía la suerte de habernos encontrado porque sentía conmigo la misma energía al igual que en presencia del Nagual. Me moría de AMOR por ella; fue un momento hermoso; casi se me caen los pantalones de vergüenza.

¿Sos un nagual?

Solo soy un hombre que hace su trabajo, que encontró su camino y su destino, con sus pro y sus contras; soy un aprendiz eterno; a veces un payaso, otras un cabrón; a veces Juanchila; pero en el fondo, cuando miro el futuro, cuando termino y empiezo mi Rueda Medicinal, cuando salgo de la ducha, siempre soy solamente Juan.

¿Don Juan?

¡No! Ese era mi Padre. A quien le debo todo esto, quien me puso en el camino. Él era un ser que llegó a estar más acá y más allá de muchas cosas, era un verdadero Hombre de Conocimiento, un Curandero con Mayúsculas; es mi Guía, Luz y Camino; aspiro, si la vida así lo decide, a seguir sus pasos. El partió a las estrellas transformado en Colibrí, yo ni siquiera sé si voy a tener esa suerte.

Gracias Juan.

No por favor, las gracias solo puedo dárselas a quienes me acompañan y me han acompañado en este camino emprendido.