El Carnaval de Oruro – TODAS LAS FOTOS PERTENECEN AL FOTÓGRAFRO NACHO CALOGNE

Perdida en las alturas bolivianas, la ciudad celebra en febrero una fiesta que es síntesis de la cultura andina y el cristianismo que trajeron los españoles en el siglo XVI. La Virgen de la Candelaria, aquí conocida como Virgen del Socavón, es el mejor ejemplo de este sincretismo secular de plena vigencia.

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No es una «Ciudad Maravillosa». No. Sin embargo, Oruro -fundada en 1606- es la capital folklórica de Bolivia y comparte con Río de Janeiro, uno de los carnavales más atractivos -aunque mucho menos concurrido- de Latinoamérica.

 

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Son sólo tres días de gloria y color, que alcanzan para paliar el resto de un año de trabajo gris en las minas de estaño, plomo, antimonio y plata. Ese sábado, domingo y lunes de febrero la ciudad se envuelve en un frenesí del que participan 250 mil visitantes, enfervorizados por la mezcla de cerveza Paceña, auspiciante del evento, y chicha, el aguardiente fermentado de maíz cuyos orígenes son tan antiguos como las comunidades indígenas que aquí sobreviven: los Urus, Uru Muratos y Uru Chipayas.

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El arcángel Gabriel, figura clave en el carnaval de Oruro. Foto: Nacho Calonge

La comparsa más antigua es la «Gran Tradicional Auténtica Diablada Oruro», fundada en 1904. Hay 18 especialidades de danzas a través de las cuales se puede entender gran parte de la cultura y la historia del altiplano. La más popular es, en efecto, la Diablada; otras son la Morenada -quienes la bailan usan máscaras de rostros negros y se mofan de las danzas de los blancos-; Tobas, que reivindica el valor de una de las tribus que ni los collas ni los españoles pudieron conquistar, y Doctorcitos, que satiriza la figura del abogado altoperuano.

 

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En esta fiesta, caracterizada por el sincretismo religioso-pagano, coexisten la Virgen, la Pachamama, el diablo y un profundo arraigo a las tradiciones.

Calaveras y diablitos. Entre el mes de noviembre y los primeros días de febrero, se celebran los convites, una serie de festejos que anticipan el evento. También a principios de febrero se elige a la Predilecta del Carnaval y se entregan otros títulos como los de Señorita Simpatía, Señorita Elegancia y Señorita Traje Folklórico, entre las participantes más distinguidas de las comparsas.

La fiesta comienza el sábado 40 días antes de la Pascua, con los casi seis kilómetros de peregrinación hasta el Santuario de Socavón, en honor de la Virgen del mismo nombre. La Diablada o danza de los diablos es la principal atracción. Este baile simboliza desde su comienzo la lucha del bien contra el mal. Los diablos avanzan en dos columnas encarnando a los siete pecados capitales. Adelante, en medio de cóndores y osos, aparece el Arcángel Miguel cubierto con ropas celestiales que, sosteniendo su escudo y su espada, logra que el diablo se entregue a la Virgen. Tras él marchan Lucifer, la diabla China Supay, mujer del diablo, y Satanás.

 

 

 

 

 

 

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El domingo al alba, músicos, bailarines y visitantes saludan a la Virgen en su templo. El tercer día, lunes, es el día del Diablo y del Moreno, en el que se ofrecen misas y demostraciones coreográficas en la Avenida Cívica y en la Plaza Principal. Cuando cae la tarde los danzarines emprenden la «cacharpaya» que es la despedida hasta el próximo año.

 

El martes posterior al carnaval, justo antes del Miércoles de Ceniza, se realiza la tradicional Challa de los bienes en los hogares y comercios de Oruro. Este rito simboliza la devolución y gratitud de las personas a la Pachamama por las bendiciones recibidas. Esta ofrenda debe ser abundante, colorida y dulce.

 

 

Sobre la mesa en la que se prepara el ritual, tradicionalmente no pueden faltar: un elemento grande que represente la casa, globos y serpentinas para adornar, confites, pétalos de flores, vegetales, un feto de llama y vino para calmar la sed de la Madre Tierra. Challar significa «rociar». Así, una vez que la ofrenda está lista, se cubre con alcohol y se prende fuego. Al terminar la quema, puede leerse la suerte a través de las cenizas que quedaron: Si son blancas, indican señal de buen augurio y habrá que enterrarlas en algún rincón de la casa, en una maceta o guardarlas en un armario; si son negras, en cambio, habrá que tirarlas para que la mala suerte no se quede en la casa. Para terminar la ceremonia se brinda con cerveza y se acompaña con un abundante plato de comida.

 

 

Con menor intensidad y mucho menos público, los festejos continúan algunos días hasta extinguirse por completo al fin de semana siguiente. El carnaval termina, los colores se apagan y Oruro recupera su ritmo natural.

 

 

Por: Inés Ramírez Bosco

 TODAS LAS FOTOS PERTENECEN A NACHO CALOGNE

 

Fuente: http://www.lugaresdeviaje.com/nota/el-carnaval-de-oruro-dias-de-fiesta-en-bolivia

 NOTA ILUSTRADA CON FOTOS DE NACHO CALOGNE.

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