Yarapa: Cuando la selva es la escuela

(enviado por: Agustín Guzman; subido por: Omar)
Fuente www.americalate.com/2010/08/05/yarapa-cuando-la-selva-es-la-escuela

(PERÚ) – Para rescatar la memoria
cultural de la selva peruana, una ONG creó una escuela de arte en Yarapa, ahí
donde nace el río Amazonas. Aquí, su fundador y una de las docentes del proyecto
nos cuentan cómo es esta experiencia que inspiró a un francés a filmar un
documental sobre lo que sucede en el lugar.

Manuel y Luis con una voluntaria de la
muestra.
Por SA Journalists.
En la selva peruana existe un lugar llamado Yarapa, ahí donde nace el río
más largo y caudaloso del mundo. Hace siete años, en este lugar remoto surgió la
idea de crear una escuela de arte que rescatara la cultura más ancestral de la
selva amazónica. Sus mentores fueron los integrantes de la ONG Comunidad Tawantinsuyu, una organización sin fines de lucro
dedicada fundamentalmente a la investigación, preservación, difusión y práctica
del conocimiento ancestral andino y de la medicina tradicional y alternativa,
basada en la utilización de plantas que crecen en la selva.

[@more@]


Frack Provvedi y el camarógrafo argentino Henry
Rodríguez Ortiz en plena filmación.
Desde entonces, a través de talleres de pintura, cerámica, escultura en
madera, teatro y danza, niños y jóvenes del lugar se forman como artistas
rescatando las costumbres de su región, preservando la cultura tradicional a
través de los mitos y leyendas que les fueron legados por sus ancestros y
creando nuevas posibilidades económicas para su comunidad.
El responsable de la ONG, Agustín Guzmán, cuenta que la organización surgió
con la idea de “preservar y difundir el conocimiento indígena, un tema que
parece no interesar a la clase política dirigente porque no les reditúa dinero”.
Guzmán explica que los pequeños y jóvenes que asisten a la escuela de arte por
lo general “sienten deseos de explorar en su mundo interior y en el mundo de la
amazonia”. Es que Yarapa es un lugar bastante particular. Enmarcado en una
quebrada, es allí mismo donde se inicia la Reserva Nacional Pacaya Samiria, una de las áreas
protegidas más grandes de Perú. En esta selva es característica la presencia de
plantas de uso medicinal –muchas de ellas alucinógenas- que eran utilizadas por
los habitantes originarios, tales como wachuma (que fue la bebida principal de
los incas y hoy se usa en tratamientos para combatir la depresión, el stress y
adicciones al alcohol, cocaína y otras drogas), ayahuasca y hoja de coca.
La escuela trabaja con docentes voluntarios que llegan desde todas partes
del mundo. Con los años, fueron pasando por allí un actor francés, una
antropóloga italiana, un escultor holandés y otro argentino, y un pintor y una
bailarina peruanos, por mencionar sólo algunos.
Una de las docentes de pintura de la escuela fue la artista plástica
argentina Aymara Falcón. Llegó a la escuela en 2004 con el plan de quedarse tres
meses, pero terminó dirigiendo la escuela hasta fines de 2008. “Llegué invitada
por Agustín –recuerda- para aportar mejoras a la escuela de arte, que recién
comenzaba. Una vez allí, luego de interiorizarme sobre lo que se estaba
haciendo, les sugerí un plan de trabajo dirigido a recuperar a través del arte
la memoria del diseño. Fue entonces cuando Agustín me ofreció hacerme cargo del
proyecto”.
De su experiencia como docente en esta comunidad amazónica, Aymara destaca
sobre todo el aprendizaje que significó “enseñar de adentro hacia afuera, desde
el arte indígena hacia el arte occidental”. Dice que esto resulta todo un
desafío cuando “lo que se admira, a fuerza del desprecio de lo propio, es lo de
afuera”, y que por sobre todo aprecia lo que sus alumnos le enseñaron. “Que
hayan encontrado en el arte una forma de expresar sus ritos, sus costumbres y su
hábitat” es lo que más la gratifica.
Es curioso cómo el taller de arte ayuda a que los niños y jóvenes
transmitan todo lo que conocen de la selva y sus misterios. Aymara cuenta que,
un día de clases, cuando se disponía a leerle a sus alumnos un cuento para
motivar su trabajo, uno de ellos encontró que el cuento se relacionaba con la
flor del ayahuasca. “Nunca había hablado con ellos de esta planta que tanto
significado tiene en la cultura selvática –recuerda-, tal vez porque cunde por
todos lados esa sombra nefasta que van echando sobre nuestra medicina
tradicional. No hablamos de ayahuasca como no hablamos de la hoja de coca ni del
wachuma, y si lo hacemos es por lo bajo, no sea que nos señalen o nos acusen de
enseñar cosas erróneas a nuestros alumnos”. Lo cierto es que, cuando preguntó al
niño qué era el ayahuasca, respondió: “Es una planta que tomas cuando quieres
saber algo. Si te robaron, tomas eso y ves quién fue. A la planta la encuentras
muy adentro de la selva, la tienes que cocinar mucho rato. Es una liana que se
enreda en los árboles y tiene flores rosaditas. A la noche te tomas una taza y
después ves todo”. Aymara dice que ese fue uno de los días de clases más
prodigiosos y que de ese relato surgieron hermosos dibujos coloreados.
A fines de 2005, dos de los alumnos de la escuela, Junior y Merlín,
participaron en el concurso anual del Museo de Arte de Lima, cuyo tema era
“Construyendo Identidad a través del Arte”. Junior ganó el Primer Premio de
Artes Plásticas dentro de su categoría con una pintura de “una mujer boa que
decide si el agua crece o merma”. En ese momento, ambos contaron al periódico
peruano El Comercio que pintan para mostrar “cómo es la selva”. Nada
más cierto.

El trabajo de los chicos en la escuela (FOTO:
GENTILEZA ESCUELA DE ARTE NYI).

El trabajo de los chicos en la escuela (FOTO:
GENTILEZA ESCUELA DE ARTE NYI).

El trabajo de los chicos en la escuela (FOTO:
GENTILEZA ESCUELA DE ARTE NYI).
LA SELVA DEL RENACER
Hace
cinco años, un joven actor ítalo-francés llamado Franck Proveddi llegó a Yarapa
de manera casual, buscando hacer una terapia con ayahuasca. Al conocer la
escuela de arte, decidió quedarse a dar clases de teatro allí. Su fascinación
por el lugar lo hizo regresar, más tarde, en otras dos oportunidades. Y
finalmente decidió filmar un documental sobre el lugar y la escuela para
difundir su accionar y juntar fondos.

“Quería hacer visibles a los artistas de Yarapa –cuenta Franck-, no sólo
quedarme en el acto del voluntariado. El cine resultó ser el medio para llegar a
la mayor cantidad de gente. Con esta película quiero decir que con el arte
también puedes hacer milagros, que no necesitas consumir plantas medicinales. El
arte cura como las plantas. Por eso, en el filme no hablamos de chamanismo o de
new age, sino que proponemos una visión de la curación a través del arte. Las
pinturas de los chicos son oníricas. Es una escuela de arte para recuperar la
dignidad y las tradiciones”. Originalmente titulado La Foret de l’Eveil (La
Selva del Renacer), el documental finalmente se llama Yarapa y este año se
presentó en el Festival de Cannes para buscar distribuidores interesados en
difundirlo en el mundo.