Entrevista a Luzmila Carpio

(por Omar)

A continuación incluyo una interesantísima entrevista realizada a la artista Luzmila Carpio, una muy notable cantante quechua-aymara, embajadora de Bolivia en Francia desde el 2006; en la cual habla de su infancia, del origen de su carrera artística, de la discriminación al quechua, al "indio", y de la singularidad del pensamiento indígena presente en el gobierno actual.

Tenía 11 años cuando llegué a Oruro y me presenté en la radio. Era la primera vez que veía un piano con el que me dieron el tono. Lo capté enseguida porque en mi comunidad nosotras, las mujeres, tenemos un oído muy fino porque es una región donde la mujer canta y el hombre toca los instrumentos. Desde muy pequeña siempre oí cantar. Entré perfectamente en el tono, empecé a cantar en quechua y el señor de la radio me dijo riéndose: «¡Pero ese es un canto de los indios!, ¿cómo vas a cantar eso? Aprende a cantar en español y vuelve», y cerró el piano.

Luzmila Carpio
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La época del indio sumiso se acaba.
Por Bettina Ghio (Contretemps)

Usted vive en Francia desde hace 20 años, tuvo que exiliarse para que su canto fuese reconocido en un país donde el 65% de la población es indígena y sin embargo mirada con desdén por los «blancos» que poseían el poder hasta hace poco tiempo. Con la llegada de Evo Morales al poder, ¿cuáles son las principales transformaciones políticas y culturales vividas por su país?

Generalmente Bolivia ha sido un país ignorado y casi desconocido para el resto del mundo. Ahora, gracias a la elección del presidente Evo Morales, el mundo observa con más atención lo que ocurre en Bolivia.
Lo que está pasando es muy importante, y algún día tenía que ocurrir, ya que el 65% de la población boliviana es indígena. «Los indios» como nos llaman desde que Cristóbal Colón llegó al continente americano y pensaba que estaba en la India. Esta denominación, por otra parte, es muy generalista si tenemos en cuenta la gran cantidad de naciones indígenas que existen en América Latina… 36 sólo en Bolivia: la mayoría somos «quechuas», «aymarás» o «guaraníes», los pueblos originarios de las naciones que se han conservado hasta la actualidad con sus lenguas y sus culturas particulares. Esto forma parte de la riqueza de la diversidad, sin embargo durante los 183 años de vida republicana en Bolivia nunca nos han tenido en cuenta.
Cuando la clase dominante creó la Constitución política del Estado, lo hizo a su manera, sin consultar ni pedir la opinión de los pueblos indígenas. Nosotros nunca hemos formado parte de esa Constitución que actualmente sigue vigente en Bolivia. Por eso el proyecto de una nueva Constitución forma parte del plan de gobierno de Evo Morales. Su segundo proyecto consiste en la recuperación de los recursos naturales cuyos beneficios nunca llegaron al pueblo y se quedaron en manos de la oligarquía o fueron hacia los intereses extranjeros.
Bolivia tiene 10 millones de habitantes y un territorio más del doble que el de Francia, es un país que dispone de todas las riquezas naturales y todos los climas y sin embargo es el país más pobre de América Latina después de Haití. Es inadmisible tanta desigualdad en un territorio tan grande y con tan pocos habitantes.
Evo Morales está cumpliendo todas las promesas de su campaña presidencial: la recuperación de nuestros recursos naturales, en primer lugar el gas, por la negociación de los contratos con las empresas multinacionales, que se quedan con el 82% de los beneficios mientras que el país no percibe más que el 18%; lo que ha hecho Morales es proponer la inversión de las cifras para llegar finalmente a un acuerdo del 50% para cada parte. Todo eso forma parte de la política de recuperación de los recursos naturales puesta en marcha por el gobierno.
Otro proyecto es la defensa del territorio y la autonomía. Actualmente, estamos trabajando en nuestra nueva Constitución política, una constitución que tiene en cuenta las identidades indígenas, ya que nunca se ha tomado en consideración a nuestro pueblo ni se le ha visto como un grupo que posee una sabiduría para contribuir a la historia del país, simplemente porque nunca se nos ha considerado parte de él. Sólo nos han marginado y humillado; hemos estado callados desde hace más de 500 años, a pesar de que siempre ha habido luchas y movilizaciones indígenas.
La nueva Constitución política, por lo tanto, constituirá un gran avance después de tantos años de lucha por la reivindicación de nuestro pueblo.
En Bolivia la división está muy clara: el 65% indígena y la población campesina padecen la pobreza y la precariedad y el resto son grandes propietarios terratenientes que recogen los beneficios de las riquezas naturales y siempre han tenido el poder político; han acumulado los beneficios de las riquezas de la parte oriental del país, la región de «Los Llanos». Un pequeño número de familias se apropió de esas tierras y trataron como esclavos a los indígenas de esos lugares. Cada familia posee casi 100.000 hectáreas de las tierras que han sido cercadas y son, precisamente, donde se encuentra el gas. Esas pocas familias son las que exigen actualmente la autonomía. Los pueblos de Bolivia siempre han exigido la autonomía, la región de Potosí, por ejemplo, de donde procedo, siempre la ha reclamado, pero no se trata de una autonomía para dividir el país. Por el contrario, lo que quieren esos grandes propietarios es la posibilidad de continuar acumulando las riquezas existentes, impidiendo así que el resto de la población acceda a los beneficios de los hidrocarburos.

Bolivia es un país dividido entre una gran población indígena y una minoría «blanca» que posee el poder económico y cultural. Pero, ¿cuál es el origen de esas familias terratenientes?
Después de la Segunda Guerra Mundial, America Latina acogió un gran éxodo de población europea, una parte de dicha población se instaló en Bolivia. Hay muchos eslavos, croatas y alemanes, comunidades que poseían una gran experiencia en la explotación de la tierra y el comercio, y esa experiencia fue lo que les permitió apropiarse de la tierra y desarrollar las riquezas que han guardado exclusivamente para ellos.
La mayoría son croatas y forman parte de una nueva generación que se afirman como bolivianos, pero conciben el país sin su tradición indígena, que por otra parte identifica a la mayoría de la sociedad. La idea de compartir no está presente en su mentalidad. Desgraciadamente nosotros, los pobres, no cabemos en esa concepción de la «Bolivia blanca» que ha originado la partida de muchos de mis hermanos para trabajar en el extranjero. Son esas personas blancas quienes actualmente promueven la guerra mediática y la manipulación de una parte de la población, ya que están al frente de la mayoría de los medios de comunicación. En general tienen estudios superiores, porque tuvieron la oportunidad de acceder a la educación que nosotros apenas hemos tenido, y esa competencia intelectual es muy dura para nosotros, ya que la mayoría apenas terminamos la escuela elemental.

¿Esta situación sigue siendo la misma desde que Morales está en el gobierno? ¿Hay progresos en el acceso igualitario a la educación? Y en relación con el reconocimiento de las culturas de los pueblos indígenas que habitan en el país, ¿cuáles han sido las transformaciones específicas? En lo que concierne a la educación, gracias al programa «Yo sí puedo», estamos erradicando el analfabetismo. Por otra parte, actualmente se enseñan nuestras lenguas en las escuelas aunque eso no viene sólo de Morales, es un proceso que ya había comenzado en 1992. En la actualidad el pueblo y la cultura indígena están presentes en los manuales escolares, situación que hace renacer el sentimiento de orgullo de pertenecer a los pueblos autóctonos.
Evo Morales conoce el hambre y la sed y sabe lo que es caminar días enteros porque proviene de una condición social muy modesta. Sabemos que luchará por la igualdad y la justicia de nuestros pueblos. Desde esta perspectiva se ponen en marcha muchas luchas. La primera es la del reconocimiento de nuestra identidad y nuestras lenguas. En este momento estamos muy contentos al ver que se nos reconoce, al saber que tenemos un lugar importante en la decisión social y política. El simple hecho de vernos en los carteles gubernamentales nos produce un orgullo indescriptible. Nos enseñaron más sobre Europa que sobre nuestros propios pueblos, ésa es la educación que siempre recibimos. Toda nuestra cultura se ha despreciado, cualquier cosa que viniera de los indígenas se consideraba inferior.
Con Evo Morales en el poder tenemos grandes esperanzas. Con su gestión está dando una lección a todos los que siempre nos humillaron. Por ejemplo, cuando Evo llegó al poder, rebajó su salario a la mitad, lo contrario de lo que hicieron todos los gobernantes anteriores.
Hace apenas tres años que Morales está en el gobierno, pero creo que ya ha hecho muchas cosas, nosotros queremos que siga con este proceso de cambio con el que soñábamos y esperábamos siempre. En Bolivia hay una conciencia profunda que atraviesa las generaciones, se trata de un país que está en un momento de dinamismo político en el que todos luchan por sus derechos. Nosotros luchamos por los derechos fundamentales, porque antes ni siquiera teníamos acceso a la educación y la salud.

En lo que respecta a su carrera artística, es sorprendente que usted no haya podido cantar en quechua en su país porque esta lengua está mal vista, ¿cómo empezó su carrera? Desde muy pequeña siempre canté en quechua. Después, cuando intenté cantar por primera vez en la radio resultó que mi canto en quechua no fue bien recibido. Tenía 11 años cuando llegué a Oruro y me presenté en la radio. Era la primera vez que veía un piano con el que me dieron el tono. Lo capté enseguida porque en mi comunidad nosotras, las mujeres, tenemos un oído muy fino porque es una región donde la mujer canta y el hombre toca los instrumentos. Desde muy pequeña siempre oí cantar. Entré perfectamente en el tono, empecé a cantar en quechua y el señor de la radio me dijo riéndose: «¡Pero ese es un canto de los indios!, ¿cómo vas a cantar eso? Aprende a cantar en español y vuelve», y cerró el piano. Entonces fui a ver a mi hermana para que me enseñara una canción en español y me enseñó el himno nacional de Bolivia. Después me presenté en otra radio para cantar esta canción y el señor me dijo en quechua «Canta la melodía de tu pueblo», y después me dijo «mi niña, tu “guainito” es muy bueno pero de momento no puedes cantar eso, algún días podrás cantarlo, mientras tanto te voy a enseñar las canciones en español»; desde ese momento aquel hombre se convirtió en mi profesor y entonces empecé a cantar en español.

Después, en Oruro, que es la capital del folklore nacional me eligieron «ñusta nacional» palabra quechua que designa a una persona que tiene aptitudes artísticas. Más tarde empecé a componer canciones de agradecimiento a la tierra, al sol, a las estrellas, a la luna, para rendir homenaje y cantar la armonía de nuestra tierra, que en nuestra lengua original llamamos «pachamama», la tierra madre.

¿De dónde le viene la inspiración para componer sus canciones?
Viene de todo lo que mi madre y mi abuela me contaron, de todo lo que ellas vivieron. Mi madre era aymara-quechua-aymara; el aymará es un pueblo muy antiguo, pero ambos han sabido resistir hasta el presente. Desde muy pequeña mi madre me hizo entender el mensaje de los cantos de los pájaros, me enseñó a interpretar esos cantos que, según ella, estaban en aymara, por ejemplo, me decía que los pájaros cantaban «aytit urucana ikiskiri», es decir: ¿a qué hora te vas a dormir?, en la lengua aymara.

Esta forma de percibir el mundo y la naturaleza propia de la visión indígena y que ha inspirado sus cantos, ¿está presente en el gobierno actual? Este gobierno escucha el mensaje de los pueblos y les da un lugar en el discurso público. Está haciendo los cambios profundos y fundamentales para integrar toda Bolivia y para terminar con los privilegios y la división entre pobres y ricos. Por eso el proceso que se vive actualmente en Bolivia es muy importante, no solamente para el país, sino para toda la humanidad, porque hay una espiritualidad que acompaña a este proceso de cambio que es la forma de amar la tierra y el universo. Por esa razón nosotros caminamos días enteros para que se aprueben las nuevas leyes, para que se acepte nuestra Constitución. Uno de nuestros principios, por ejemplo, es el de la no privatización del agua porque ésta es un bien que pertenece a todos y a través de la privatización se fortalece el individualismo. Queremos poseer el agua, que es la vida, rechazamos cualquier privatización de los servicios básicos.

La derecha nos hace la guerra, tiene la mayoría en el Senado y por eso cada ley dictada por el gobierno no es aprobada por el Senado; entonces el pueblo se levanta, deja de trabajar durante varios días y sale a caminar. Ha habido marchas de 200 Km para que se apruebe la nueva Constitución y por fin se aceptó el referéndum constitucional para el próximo 25 de enero.

Creemos que estamos preparando el terreno para toda la humanidad, porque, por ejemplo, uno de los puntos de la nueva Constitución es el de «no a la guerra». Nadie ha escrito esto hasta hoy. Se trata de una hermosa Constitución que puede convertirse en un modelo frente a los momentos críticos que atraviesa la humanidad.

Evo Morales afirmó recientemente que quienes apoyaron el referéndum del 4 de mayo no pueden aceptar que un campesino, un indígena, se haya convertido en el presidente de Bolivia. ¿En qué aspecto ese referéndum iba contra la dignidad y la aceptación del pueblo indígena? ¿Representa a un enemigo histórico de este pueblo?
Por el referéndum del 4 de mayo, la región de los grandes propietarios llamada «la media luna» pedía la autonomía, pero en realidad lo que buscaban era el separatismo. Su objetivo es frenar el proceso del gobierno, por eso éste impulsó dicho referéndum. Finalmente fue un fracaso, porque en la nueva Constitución política del Estado la posición sobre las autonomías está bien definida: una autonomía descentralizada y solidaria.

Los grandes terratenientes quieren la autonomía para seguir explotando la región de los hidrocarburos. Evo Morales, tras su elección, ha negociado los contratos de esas empresas para que los beneficios lleguen al pueblo, así el dinero está volviendo al país. Dos de los planes de ayuda mensual que demuestran una redistribución más justa de la riqueza son el «Bono Juancito Pinto» y « La Renta Dignidad ». El primero está destinado a la escolarización de los niños hasta los 12 años, ya que en Bolivia la escolarización de los niños no es fácil, porque los padres no tienen los ingresos necesarios para enviarlos a la escuela. El segundo plan está destinado a las personas mayores de 60 años que no están cubiertas por la seguridad social. En tres años de gobierno, a pesar de tantos bicoteos y bloqueos por parte de la derecha, hemos respondido con los hechos.

¿Qué puede decirnos en relación con los sucesos violentos contra las poblaciones indígenas que han tenido lugar en Bolivia en los últimos meses?
Esos hechos violentos han sido la respuesta de la clase dominante después del resultado del referéndum del 10 de agosto, cuyo objetivo era derrocar al gobierno. La clase dominante teme que este gobierno quiera permanecer siempre, pero no es el caso, ya que nosotros luchamos por la construcción de nuevos valores que harán que surjan líderes nuevos.

Morales aceptó el referéndum revocatorio, que ganó con el 67% de los votos a su favor, y fue cuando el prefecto de Santa Cruz y la región entera mostraron su descontento insultándonos y humillándonos por los medios de comunicación. A pesar de que esas personas tuvieron el privilegio de acceder a una buena educación, no se cortan de usar un lenguaje vulgar hacia mi pueblo, algo que no estamos acostumbrados a hacer los indios, porque el insulto no forma parte de nuestro lenguaje.

Luego, cuando el gobierno presentó el proyecto de una nueva Constitución en la que la propiedad de la tierra no excede de 10.000 hectáreas –cifra muy diferente de la cantidad que ellos poseen: entre 60.000 y 100.000 hectáreas por familia-, la gran ola de violencia contra mi pueblo se agravó.

Pero este tipo de violencia existe desde siempre, por ejemplo el pasado mes de mayo en Sucre hubo terribles humillaciones contra mis hermanos campesinos, así como la toma y el saqueo de las instituciones bolivianas con el objetivo de dar un golpe de Estado civil.

El racismo ha crecido considerablemente hacia el pueblo indígena. La discriminación es terrible, principalmente en esas regiones donde incluso las mujeres y los niños son agredidos. El gobierno no puede hacer nada porque no tiene el apoyo del poder judicial. Por lo tanto estamos en una situación de resistencia y lucha permanente en un proceso revolucionario, pero nosotros hablamos de una revolución pacifica. Queremos que tenga lugar en una democracia, ya que somos una nación dialogante.

Nos han discriminado y odiado, ni siquiera podíamos entrar en los espacios públicos. Mi madre me contó que en una época no tenía derecho ni a andar por la calle. Había que levantar el sombrero frente a los blancos en señal de respeto y sumisión. Mientras el indio estaba callado y sumiso, mientras servía y trabajaba de criado en las casas de los blancos, la clase dominante estaba contenta y creía que nosotros también lo estábamos. Ahora que el indio está en el poder y haciendo reformas constitucionales para la igualdad, ellos están muy descontentos y no están de acuerdo. No comprenden qué es eso de la igualdad. Nosotros, en tanto que indígenas, somos un pueblo integrador, nos tratamos como hermanos.

Nosotros, que hemos sufrido la injusticia y la discriminación, nunca vamos a aislar a otros aunque nos hayan herido. Somos un pueblo fraternal, tanto es así que en la lengua quechua nos definimos con el término «llaqtamasi» que quiere decir: hermanos de la tierra, hermanos del pueblo, hermanos del continente y hermanos del universo.

Por Bettina Ghio (Contretemps)