El camino de las Mamaicunas, como todo aprendizaje pide sus sacrificios, los cuales no todos estamos dispuestos a ofrecer con el corazón abierto y la voluntad dispuesta.
Vivir bajo estas consignas es un desafío que dignifica el quehacer diario de cada uno de los que participan de él.
Y justamente de eso se trata, de vivir, cada momento, lo más intensamente que se pueda, donde cada bocanada de aire cuenta.
Las Mamaicunas nos ayudan a recordar, y es justamente a través de ese recuerdo que las acciones toman forma, acciones con intención y compromiso.
Hace tiempo ya que descubrimos en las palabras de nuestros ancianos, de nuestros maestros que la forma de encarar el presente y el futuro es mediante el Servicio y el Arte.
Cada día debe estar al servicio de una férrea intención, que aunque parezca mentira, se va haciendo costumbre, se va haciendo carne de nuestra carne y de nuestros pensamientos más profundos, de esa sencilla manera empezamos a actuar en el mundo con un sentido de responsabilidad nuevo y reconfortante.
Empezamos en el mundo chiquito del día a día, en nuestro ámbito personal e íntimo y de allí lo extendemos a nuestros haceres o trabajos.
Pero para que todo esto cobre sentido es de vital importancia el Arte.
El Arte es la forma y la manera en como las acciones toman la intención correcta, como una forma de expresión que se cuela en cada acto.
Nuestros ancestros vivieron de esa forma, vivían rodeados de representaciones artísticas, en sus vestidos, en sus arreglos personales, en su alfarería, su música sus ritos y ceremonias.
Así, poco a poco, empezamos a entender.
No es necesario ser artistas consumados, ni representantes de ninguna escuela artística en particular, solo necesitamos sentir que podemos participar de esa obra de Arte mayor que es la Naturaleza toda.
Interpretar esa belleza y la nuestra propia como seres de la creación nos posisiona como hacedores de arte.
Allí radica uno de los grandes secretos, ser partícipes de una forma de arte reposada, sencilla y armoniosa.
Podemos hacer arte cuando trabajamos, cuando cocinamos, cuando participamos de una ceremonia y para ello no hace falta nada en especial, solo las ganas de participar del mundo que nos rodea.
De una forma u otra sea mediante la música, la plástica o el arreglo del jardín de nuestros hogares, el Arte esta presente a cada paso y a cada paso es una nueva oportunidad.
Expresarnos de esa manera es una forma de vida y acto de servicio que nos agradecen quienes nos rodean, que nos da ímpetu y energía para el próximo proyecto.
Recordar nos impulsa indefectiblemente al Arte, por eso muchas de las actividades relacionadas con el camino de las Mamicunas están rodeadas y plagadas de él.
Es sin lugar a dudas un camino artístico, contar una historia difiere en la forma en que lo hacemos, si la embellecemos, estamos haciendo arte, si en nuestro trabajo ponemos creación e intención amorosa desaparece el hartazgo de lo repetido sin razón alguna, desaparece esa desazón de no saber que es lo que estamos haciendo y para que lo estamos haciendo.
Cada trabajo es de una forma u otra un servicio para otros y una parte importante de nuestro tiempo de vida.
Muchos podemos transitarla sin ver las oportunidades infinitas que esta nos presenta en cada momento, otros en cambio ven con otros ojos y allí donde la mayoría ve solo aburrimiento ellos ven la oportunidad maravillosa de transformarlo en algo diferente.
Por ello el Arte es algo Sagrado.
Es un momento personal de Epifanía, de inspiración.
La piedra, la tierra, la madera, el agua, el fuego, son parte del Arte con el que fuimos creados.
Hay muchas formas, y a veces hasta se transforma en el sustento de nuestras mesas, tal el caso de los artesanos, muchos de los cuales sin saberlo, hacen gala de un recuerdo limpio e intencionado.
El camino de las Mamaicunas nos invita desde cada lugar, desde lo más pequeño, a que nos expresemos y contagiemos a quienes están a nuestro alrededor a hacerlo con nosotros, a ser mensajeros de la belleza en cualquiera de sus formas, la belleza no es una mera cuestión de interpretación, sino más bien de armonía natural ya que la encontramos en los lugares menos esperados.
De esta forma, la vida y el servicio toman sentido profundo, el Arte es nuestro regalo, nuestro momento de recogimiento e intimidad, donde entramos en contacto sencillo con las esencias que pueblan el mundo, con el brillo imperecedero de nuestro ser, marca indisoluble con la que la creación se representa hasta nuestros días.
Es como todo una elección, según nuestros mayores, sabia.
Desde nuestro nacimiento estamos todos invitados a participar con cada una de nuestras acciones, solo hace falta un momento de silencio interior, de abrir nuestros corazones al recuerdo y de tener la certeza de que todos, de una forma u otra tenemos la capacidad innata para hacerlo.
(Extracto de «El Camino de las Mamaicunas»)